Congoja: Angustia, ansiedad o tristeza muy intensa.
Nunca deja de sorprenderme lo exigentes que podemos ser con nosotros mismos.
Todos hemos tenido uno de esos días en que nuestra mente se vuelve nuestra peor enemiga: no dormimos bien, estamos malhumorados y dubitativos, nada tiene sentido y no podemos dejar de darle vueltas a la idea de que mientras otros están rompiéndola, nosotros apenas estamos descubriendo de qué se trata la vida adulta.
Nuestros logros y alegrías pasan a segundo término cuando nos damos cuenta de que, a nuestra edad, nuestros padres ya tenían casa, pareja, hijos, coche y hasta perro, o de que alguien con una idea revolucionaria pudo triunfar antes de los 25. Esa terrible sensación de que podríamos hacerlo o haberlo hecho mejor… esa insatisfacción existencial, esa depresión, ¡ESA CONGOJA!
¡Pensamos que a todos les va mejor que a nosotros!
Y aunque podríamos concentrarnos en sabotearnos, sabemos que ya existen suficientes factores externos que pueden jugar en nuestra contra como para, encima de ello, permitirle a nuestra mente torturarnos. A veces sólo es necesario detenernos un momento, respirar profundo y tomar en cuenta lo siguiente:
¿Qué quiero lograr en mi vida?
Cuando no sabemos lo que queremos, es muy fácil que otros tomen esa decisión por nosotros. Nos convertimos en un títere que se deja llevar por lo que otros consideran como «el curso normal de las cosas». ¿Disfrutas lo que haces? ¿Eres feliz? ¿Consideras que has alcanzado la mejor versión de ti mismo? Recordemos que, como adultos, podemos trazar nuestro propio camino, asumiendo responsabilidad por nuestros sueños, decisiones, metas y crecimiento.
El miedo nos limita
Si vivimos en función de los riesgos y no de las recompensas que podemos obtener, viviremos arrepentidos. ¡El camino al éxito está pavimentado de fracasos! Pensemos en TODAS las veces que el miedo nos ha detenido ¡y enfrentémoslo! Es hora de atrevernos a hacer aquello que siempre hemos querido pero nos asustaba el resultado, de no vivir al servicio de la culpa y de lo que «pueda salir mal».
Deja de compararte
TÚ ERES TÚ y la única competencia en la que debes enfocarte es contigo mismo. La comparación nos pone en desventaja, nos desanima de perseguir nuestros sueños. Los tiempos de cada persona son distintos. Dejemos de pensar en la vida, amigos, fiestas, trabajos, viajes, hobbies, hábitos y pareja de otras personas y mejor pongámonos metas a corto plazo que nos llenarán de satisfacción cuando logremos completarlas.
La actitud es la diferencia
Aceptar lo que tenemos mientras trabajamos por lo que queremos es la diferencia entre preocuparnos y ocuparnos. Recordemos que no se trata del destino sino del camino. Concentrémonos en cómo mejorar, en amarnos y reconocer nuestras virtudes, en dejar de presionarnos, criticarnos y quejarnos todo el tiempo. UN-DÍA-A-LA-VEZ.
Todo depende de nosotros.
Good luck…and DON´T FUCK IT UP!